«—Tengo miedo...—dijo Chloé.
—Ese nenúfar —dijo Colin. ¿Dónde habrá podido cogerlo?
—¿Tiene un nenúfar? —preguntó Nicolás incrédulo.
—En el pulmón derecho —dijo Colin.
El doctor quiere que vaya a la montaña. Afirma que el frío matará esa porquería...
Dice también que hace falta poner flores constantemente alrededor de ella, para que el nenúfar tenga miedo.
—¿Por qué? —preguntó Nicolás.
—Porque si florece se formarán otros.
Pero no le dejaremos florecer.
Chloé estaba tumbada en la cama, vestida con un pijama de seda malva y una bata larga de satén pespunteada de color beidge claro anaranjado. Alrededor suyo había muchísimas flores, sobre todo orquídeas y rosas. Había también hortensias, claveles, camelias, largas ramas de flores de melocotonero y de almendro, y brazadas de jazmín. Su pecho estaba al aire y una gran corola azul dividía el ámbar de su seno derecho. Tenía los pómulos levemente sonrosados y los ojos brillantes, aunque secos, y los cabellos ligeros y electrizados como hilos de seda». (La espuma de los días, Boris Vian).
En la pieza Tensar el texto se ha cortado simétricamente una página leída y subrayada de un libro de segunda mano, para posibilitar la figura del arco a través del hilo tensado. El resultado es un comportamiento asintótico, un texto llevado a la tensión máxima a través de la cuerda, la realidad y el encuentro.
Papel e hilo dibujan la cuerda que es la curva que une dos textos comunicantes. El arco es el segmento de sombra disparada. Se tensa el texto y se describe visualmente el comportamiento en el límite. El texto de destroza y echa a volar.