La «calipedia» es el artilugio ideal, imprescindible e inútil que mide el apetito venéreo y el coito perfecto.
Como el coito perfecto no existe, la paleta cromática de la «calipedia» es diversa como modos de relacionarse hay por cada persona sintiente en tu zona. Si por ejemplo, te da cosquillas cuando te acaricias (o te acarician) el hueco poplíteo, quizá
tu apetito venéreo esté rondando el doce en la escala calipédica.
Hubo una época en la que la «calipedia» se incluía como parte de la educación sexual de todo humano criado para restringir su placer. Se trataba de la cualidad que tenía una persona de engendrar hijos sanos y bellos, a través del arte quimérico de gestar la hermosura, teologizando
la cuestión sexual.
La libido, durante siglos fustigada y mortificada por la concepción cristiana del deseo, se mide hoy, a través de un nuevo artilugio quimérico y sin el ánimo ni la voluntad de procreación, en dieciséis colores mediante este imposible objeto de reacción poética.